5/08/2006

De frente...

Jack Johnson suena en la camioneta que nos lleva al Pinacate. El frizbee de Joseph es el único ovni que atravieza los cerritos. Eva y su caracol marino en mitad del desierto lloran su soledad mientras cavo una tumba. Lorena silente y reflexiva mira al horizonte, haciendo el balance de las máscaras. El motor de mi desierto entrelaza las manos solitarias a las otras, mientras corre un conejo hacia la salida, buscando abrir una puerta.
A ratos, Jesús me ayuda a cavar la tumba, pero no. Esta tumba debo hacerla con mis manos, en medio de la arena, saturada de espinas. Sangran las manos y son acariciadas por un ave del desiérto, que sabe dar aire y abrigo.
Salimos, la tumba quedó cerrada con todo y la sangre de mis manos.

3 comentarios:

Margarida V dijo...

uau!! que bonita foto.

Anónimo dijo...

gracias...gracias por traer de nuevo esos colores, dentro de un espacio que de vacío no tiene nada...

Saludos,

Lorena

Martín Corona Alarcón dijo...

Gracias? NOPE
Gracias a ti por e viaje, por la risa discreta y por esos silencios a veces rasposos como piedras, otras suaves como aquella arena. A ti las gracias al ser compañera de viaje.